Tus niños no tienen la culpa del mal día que tuviste.
Tus niños no tienen la culpa de los problemas con tu pareja.
Tus niños no tienen la culpa de tus frustaciones ni malos momentos en tu trabajo.
Tus niños no tienen la culpa de las heridas de tu infancia.
De tus penas, de tus miedos. De tu corazón roto.
Ellos llegaron para sanar, para enseñarte a amar de una manera sincera que no imaginaste nunca jamás.
Llegaron para darle un significado a tu vida que tal vez antes no tenía. Para enseñarte a ser más fuerte y resiliente.
Para enseñarte a luchar y salir adelante todos los días.
Es nuestra obligación como mamás y papás darles una infancia linda, mágica, contenida en besos, abrazos y presencia. Una muralla de seguridad.
Nos equivocamos, es cierto.
Tropezamos y nos caemos. Temblamos, pero debemos saber limpiarnos las heridas y pedir perdón.
Seguir en camino con esperanza.
Aprender a ser padres cada día.
No es nada fácil.
Debemos luchar contra el cansancio, penas, tristezas, temores, situaciones no resueltas.
Seamos madres y padres presentes, cariñosos, ocupados y preocupados con y para nuestros hijos.
Es el trabajo más importante,el que deja huellas en sus corazones: Formar personas.Personas de bien.Personas sanas y emocionalmente felices.
En ellos quedará, con nuestra sonrisa dibujada, el amor y cariño que ponemos en este camino durante su infancia. Es lo único. Lo que más, sin duda, queda.
¨Nenas… os quiero de corazón¨
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