
Una de las grandes preguntas que muchas mamás nos hacemos es si estamos criando bien a nuestros hijos o no. Los niños y niñas no vienen con manuales de instrucciones debajo del brazo y tampoco se pueden comparar con otros, porque son todos muy distintos, incluso, en el caso de que haya más de un niño en la casa, puede notarse la diferencia entre ellos.
Tras varios estudios e investigaciones por especialistas en el campo de la medicina, se perciben siete claves que serían pistas observables para saber si el niño se siente seguro y feliz.
¿Acude a ti cuando tiene algún problema?
Un signo de que estás haciendo un buen trabajo es cuando tu hijo acude a tu ayuda si tiene algún problema o dificultad. Esto significa que tiene una base segura a donde llegar, se siente protegido y sabe que puede contar contigo siempre.
¿Demuestra sus emociones?
A mí me preocupa mucho cuando los niños ocultan sus sentimientos a sus padres, o que también lo ocultan en los entornos educativos, a sus maestros. Esto suele ser es un signo de existencia de problemas en la relación, también falta de confianza, miedo a ser juzgado… etc. Por eso mismo, si tu hijo no tiene problema en expresar su enojo, frustración o miedo frente a ti, es una estupenda señal, pues se siente emocionalmente seguro contigo.
No lo criticas
Otro signo de que estás criando bien a tu hijo es que no realizas críticas sobre su comportamiento, y mucho menos evitas llamarlo malo, flojo o travieso. Si tu hijo tenía caramelos y no compartió en un grupo, por ejemplo, en lugar de decirle que es un egoísta e imponer un castigo, explícale de buena manera que necesita reflexionar sobre su proceder para no volverlo a hacer. Un vocabulario negativo y agresivo puede mermar su autoconocimiento y su autoestima.
¿Lo animas a hacer lo que le gusta?
Los buenos padres tratan de saber cuáles son las cosas que les gustan hacer a sus hijos y los incentivan para que las practiquen, por más que no estén de acuerdo.
¿Tu hijo ama practicar fútbol, pero a ti te hubiera gustado que haga pádel? ¡Déjalo que haga lo que le guste! No lo obligues a realizar algo si vas a encontrarle mil excusas y dar un millón de vueltas.
Desde mi reflexión personal, pienso… «Cuando obligas a un niño a sobresalir por tus propios motivos, todo tipo de cosas pueden salir mal, incluso cuando parece que van bien». Lo único que sentirá, si lo obligas a hacer lo que quieres, es miedo a decepcionarte y miedo e inseguridad a tomar sus propias decisiones.
¿Expresas tus sentimientos frente a tu hijo sin temor?
Este es un gran signo de que la relación con tu hijo va súper bien. Algunos padres restringen este tipo de comunicación temiendo una mala reacción de los hijos y otros, por el contrario, se muestran mucho más frágiles con respecto a sus pensamientos y sentimientos y se apoyan solo en sus hijos. Ambos extremos son malos. Lo ideal es lograr un término medio en la relación en el que ambos puedan expresar lo que sienten de manera confiada y sin juicios desvalorativos.
¿Reparas los errores?
Ser capaz de reparar los problemas que hubo con tu hijo es señal de que eres una buena madre o padre. Nunca es bueno irnos a dormir sin haber resuelto los problemas que hayan podido surgir durante el día. No siempre reaccionamos de la misma manera y, a veces, el enojo nos gana y no podemos evitar gritar. Sin embargo, si logras darte cuenta de que estás comenzando a comportarte de una forma en la que tu hijo se alejará cada vez más de ti, aún estás a tiempo y puedes reparar tu error.
Pones límites
Es simple: si cuando dices «no» es no, esto significa que estás haciendo un buen trabajo. Los límites siempre son una forma segura de criar a los niños y protegerlos. Aunque no lo creas, los límites hacen que los niños se sientan amados y valorados.
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