La niñez es una etapa complicada tanto para los propios niños y niñas, como para sus madres, padres y maestros. Una de las dificultades más habituales y que más cuesta gestionar, es la desmotivación. En ocasiones, se observa esta falta de motivación hacia los estudios, los trabajos y las tareas… Al comienzo de la pubertad en torno a los 12 años, se puede percibir, que puede haber una pérdida de interés, de compromiso y de responsabilidad en torno al rendimiento. En otros casos sucede que chicos y chicas abandonan hobbies o deportes que venían haciendo hasta entonces con mucho entusiasmo.
Que los niños se sientan motivados es algo que supone una decisión propia y es responsabilidad de ellos mismos automotivarse. A pesar de ello, es un esfuerzo conjunto entre padres y maestros, no es tarea sencilla contribuir a su motivación, pero puede conseguirse. Para lograr que estos chicos vuelvan a motivarse, en caso de haber perdido interés por el aprendizaje o por las actividades que consideramos eran beneficiosas, debemos tener en cuenta tres pasos:
• Despertar el interés partiendo de sus necesidades. A menudo les pedimos que hagan cosas, o les invitamos a que se interesen por algo que tiene que ver más con nuestra realidad y necesidad que con la suya.
• Guiar su esfuerzo. Una vez que el niño comienza a realizar la nueva actividad es necesario seguir junto a él en su esfuerzo para apoyarlo y guiar sus pasos en el caso de que lo necesite, a pesar de que se encuentre únicamente en proceso de mejora y aún no sean evidentes los resultados. Es importante que sienta ¨que estamos con él¨
• Alcanzar el objetivo de aquello que comienzan o se proponen. Ese será el fin de la motivación, la recompensa debe ir orientada a cómo se sentirán si lo consiguen. Pero en este caso hay que tener claro que el refuerzo esta más ligado a la actitud y no sólo al resultado obtenido.
El aprendizaje de que hay que ¨ hacer un esfuerzo para conseguir las cosas¨ es fundamental en la vida adulta, es muy importante que los niños lo tengan claro y aceptado, por ello debemos reforzar eso, elogiar el esfuerzo evitando valorar los resultados (“me gusta ver que lo estás intentado”, “se nota que te has esforzado”, “a por ello”, “estamos aquí para lo que necesites”, “te apoyamos”…
¨Muy importante es, el refuerzo positivo expresamente ¨dicho¨, elogio y su propio reconocimiento¨
• Cada niño es distinto, evitar comparaciones con amigos, hermanos, o con nosotros mismos cuando éramos pequeños.
• Están en un momento de cambios constantes, reafirmación y construcción de una nueva identidad, por lo que la autoestima se equilibra y desequilibra a menudo. Nuestro foco debe estar en hacer presentes las fortalezas que posee y no destacar tanto las debilidades, pues todo aquello que podría mejorar, sólo va a ser capaz de hacerlo si se apoya en sus puntos fuertes.
• Es un momento de refugiarse en sus iguales, necesita que empaticemos con esto y comprendamos que necesita también tiempo para establecer relaciones sociales. Si las cosas que le pedimos que haga implican elegir entre esa actividad o estar con sus amigos, la respuesta siempre va a ser “mis amigos”. Por lo que no nos resulte extraño encontrar negativas a menudo cuando irrumpimos en estos planes de su ¨vida social¨.
• Mantener la disciplina, y nosotros como adultos y modeladores, ¡¡¡¡empatía!!!! porque observamos que no tiene un buen momento, o necesita espacio, no significa que las normas que hemos defendido hasta el momento deban desmontarse también. Los niños necesitan seguridad, conocer los límites para moverse y tomar iniciativas con confianza, sabiendo lo que se espera o no de ellos.
Es momento de dar mayor responsabilidad y autonomía, sabiendo que a menudo hará las cosas a su manera, no a la nuestra. Acepta al niño tal y como es, la niñez y posteriormente la adolescencia, es un tiempo de cambio y madurez, recuerda cómo viviste tú esa época…
Deja un comentario