Crisis de angustia en niños
Hablamos de un término bastante difícil de definir principalmente porque la gente en general define como angustia en niños casi cualquier emoción que el niño siente y que le genera cierto descontrol. Se trata de una emoción que vive el niño y en la que expresa gran nerviosismo, desazón y malestar, junto a un componente físico importante: fatiga, tensión muscular, dolores abdominales… el cuerpo de nuestros niños ¨hablan¨. Se presenta en forma de angustia generalizada, que perdura en el tiempo o en crisis que hacen su aparición de manera repentina, como en ocasiones algún día por algún motivo en concreto, nosotros como padres debemos estar ¨atentos¨ a ese ¨lenguaje corporal no verbal¨.
Podríamos pensar que los problemas de los niños no son importantes por el mero hecho de que todos hemos podido pasar por algo semejante y seguimos adelante. Pero no todos los niños son capaces de manejar las situaciones de la misma manera, ni tienen las mismas estrategias, lo que lleva a algunos niños a sufrir en silencio o a mantener ciertos comportamientos que ni los propios padres y madres comprenden, por tanto, estemos atentos y vamos a ayudarle a superar dicha situación. Crisis de angustia:
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¿Qué puede generar angustia en el niño? Hay infinidad de motivos que pueden generar angustia en los niños, pero los más comunes en la consulta suelen ser: problemas de relación con los compañeros o enfrentamiento directo de alguno hacia él, separaciones de la madre, fallecimiento de un familiar, obsesiones, miedo al fracaso, sentimiento de inferioridad o complejos relacionados con temas físicos, querer obtener siempre los mejores resultados (muy relacionado con el miedo al fracaso), inseguridades, miedo a alguna figura adulta de su vida, rechazo al colegio y celos muy fuertes que normalmente se producen por el nacimiento de algún hermano, separaciones de los padres…¿Cuándo recurrir a una ayuda externa? Lo mejor es acudir cuando existe duda sobre lo que le está pasando al niño. Esperando, se corre un grave riesgo de malinterpretar los «extraños» comportamientos que manifiesta el niño y de ese modo agravarlos. El niño no va a ser capaz muchas veces de expresar lo que le pasa. Se puede estar comportando de una manera disruptiva y parecer que lo hace para fastidiar a sus padres, pero seguro que está sufriendo interiormente. Tampoco se trata de alarmarse, simplemente de tomar ciertas medidas para facilitar la vida al niño (también a los padres, por supuesto). En los casos en los que los padres sospechan que pueda tratarse de angustia generalizada, la consulta les tranquilizará porque a partir de ese momento recibirán pautas de actuación para con su hijo, lo que de alguna manera liberará de mucha tensión. También el niño se siente más comprendido al ver que alguien entiende lo que le está pasando, que no se trata de algo tan raro por lo que sólo recibe castigos y quejas por parte de los padres.
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